martes, 6 de agosto de 2013

Ver y Saber



Tazón de Kizaemon (Corea, s. XVI), pieza considerada obra maestra del 'arte sin nombre'


El Ver y el Saber con frecuencia están separados. Lo más admirable sería que coincidieran, pero realmente son extraños entre sí la mayor parte del tiempo. En algunos temas esto no importa tanto, pero en los campos de la estética o la historia del arte por ejemplo, incluso una corta distancia que los separe se convierte en error fatal. Este es un hecho obvio que rara vez es mencionado, y el mismo caso se presenta en otras ramas del conocimiento.

El moralista que no vive por sus teorías no tiene peso, por más brillante que sea su retórica. Conozco a muchos famosos críticos de arte que no tienen una apreciación profunda de la belleza, y por lo tanto no puedo respetar sus opiniones. Pueden ser eruditos, pero no les sirve de nada. Lo mismo pasa con la filosofía y la historia: el estudiante de filosofía y el filósofo no son la misma cosa; y un hombre que sabe mucho de historia no es necesariamente un historiador.

Sin duda algunos responderán que la percepción intuitiva de la belleza está incompleta sin estudio, y que sin conocimiento uno no puede ver las cosas como un todo. Sócrates vio la identidad de acción y conocimiento: ver y comprender al mismo tiempo es el ideal, pero en la práctica estamos lejos de tal unidad. Las cosas que podemos ver y el conocimiento que podemos adquirir han crecido tanto en nuestra época que el hombre tiene que decantarse más por una que por la otra; pero de las dos, quienes escogen el camino del conocimiento están en peor posición, por lo menos en cuanto se refiere a la belleza.

Sólo porque alguien tiene excelente capacidad de estudio, no debería ser razón suficiente para convertirse en estudiante de estética; el saber mucho de lo que es la belleza no da ninguna calificación para apreciarla. 

Ver y Saber son exterior e interior de una misma cosa, no son derecha e izquierda, y no son iguales. Ante la belleza, la intuición y no el intelecto es la que capta la esencia. Al poner estas dos cosas en el orden contrario, se estrecha la visión. Ver es captar lo esencial, saber  es captar la periferia.



- Soetsu Yanagi, (1889-1961), fundador del moderno movimiento de 'artesanía sin nombre' japonesa, en su libro ‘El Artesano Desconocido’  (cap. 2) 


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